Las áreas del cerebro de las personas ciegas pueden aprender a procesar la información visual a través del uso de los sonidos, incluso después de años de que se haya perdido la visión y puede que también en aquellos casos de ceguera permanente. Los resultados de un estudio publicado en Neuron desafían la creencia de que si la corteza visual del cerebro se ve privada de la información a edades muy jóvenes nunca será posible lograr una especialización funcional.
«El cerebro adulto es mucho más flexible de lo que creíamos», asegura Amir Amedi, del Centro de Neurociencias Edmond y Lily Safra y del Instituto para la Investigación Médica de la Universidad Hebrea. En sus estudios, Amedi y sus colegas enseñaron a un grupo de personas con ceguera congénita a saber usar dispositivos de sustitución sensorial (SSD), unos mecanismos sensoriales no invasivos que proporcionan información visual a los ciegos a través de sus sentidos. Por ejemplo, explica Amedi, cuando una persona usa un dispositivo visual- auditivo, las imágenes de una cámara de vídeo se convierten en «sonidos» que representan las imágenes, lo que permite al individuo escuchar y posteriormente interpretar la información visual procedente de la cámara: «es decir, ver con sonidos».
Activación cerebral
Una vez que una persona invidente ha aprendido a utilizar estos sistemas puede utilizarlos para aprender a leer gracias a los sonidos que representan las imágenes visuales de las letras. Esta habilidad, dice Amedi, implica una región del cerebro llamada Área de Formación Visual de Palabras (VWFA en inglés), que en las personas videntes se activa al ver y leer las letras. Después de sólo unas decenas de horas de formación, la VWFA de los invidentes también mostró activación ante las letras. Los resultados sugieren que, al menos en los invidentes, el ajuste de esta región a la lectura no depende de la visión; de hecho, la VWFA puede actuar de forma selectiva ante el tipo de información o de cálculo en vez de serlo con la vía de entrada sensorial.
El investigador explica además que las personas ciegas también pueden utilizar estos dispositivos para reconocer visualmente paisajes sonoros complejas, como rostros, casas y partes del cuerpo. Los datos, comenta, sugieren que la distinción entre formas no requiere de la visión, a pesar de que la actividad cerebral que se necesita para ello tiene lugar en la parte del cerebro que normalmente se asocia con la visión en los individuos videntes.
Pero estos datos, sobre todo, abren una vía para que una vez reintroducidos los «inputs» en los centros visuales del cerebro de una persona invidente se pueda restaurar la visión compleja; en este proceso dispositivos de sustitución sensorial podrían ser útiles para la rehabilitación visual. En su opinión, los dispositivos de sustitución sensorial «podrían ayudar a las personas invidentes o con discapacidad visual a aprender a procesar imágenes complejas -como se ha hecho en este estudio-, o podrían ser utilizados como intérpretes sensoriales que proporcionen una entrada de alta resolución que sirva de apoyo a una señal visual que llega desde un dispositivo externo».
Noticia extraida del Diario ABC
Enlace al resumen en inglés en Neuron