La difusión de la luz y un algoritmo ayudan a predecir el grado de catarata

Investigadores del Laboratorio de Óptica de la Universidad de Murcia (LOUM) han puesto en marcha un método de detección objetiva del grado de cataratas utilizando un instrumento de análisis de la calidad óptica que ellos mismos habí­an desarrollado hace unos años para otras aplicaciones.

El estudio, publicado en la revista PLoS One por el grupo de excelencia investigadora que dirige el catedrático de Óptica Pablo Artal, se llevó a cabo con la colaboración de pacientes del Servicio de Oftalmologí­a del Hospital Virgen de la Arrixaca, dirigido por José Marí­a Marí­n.

Fórmulas matemáticas

El método ideado por este grupo de investigación consiste en iluminar el ojo con un láser infrarrojo (invisible) y registrar la imagen del punto reflejada en la retina con cámaras digitales. Si la imagen registrada es pequeña y compacta, el ojo tiene una buena calidad óptica. Sin embargo, si la imagen es una mancha extendida la persona no disfruta de una buena visión: «Analizando la forma y distribución de la luz en esas imágenes retinianas hemos creado unas fórmulas matemáticas que nos permiten cuantificar el estado del ojo», señala Artal, que explica que las cataratas se producen cuando el cristalino se vuelve opaco y la retina se torna lechosa y difunde la luz.

Por esta razón las imágenes que se registran en pacientes con este problema «aparecen en forma de manchas extensas». Según el investigador, el método tiene varias ventajas. Por un lado, se trata de una clasificación objetiva de las cataratas pues se mide el í­ndice de difusión de la luz con el OQAS, las siglas en inglés de un instrumento de análisis de la calidad óptica (Optical Quality Analysis Sistem) que este grupo desarrolló hace años para otras aplicaciones como la cirugí­a refractiva, y que ya se ha incorporado a muchos centros de oftalmologí­a en el mundo, como la Clí­nica Mayo de Estados Unidos.

Las cuantificaciones realizadas con ese método podrí­an desvelar los motivos por los que muchos pacientes se quejan de no ver bien a pesar de que su agudeza visual es buena: «Con este í­ndice se ve la catarata incipiente y puede hacerse un diagnóstico más temprano y adelantarse la operación para evitar una etapa prolongada de deterioro visual».

Subjetividad

Una utilidad complementaria del í­ndice que Artal comenta es la de ayudar a protocolizar la indicación de operación a partir de un grado concreto de catarata. Otra ventaja es que la medición del OQAS para el diagnóstico de catarata es más objetiva que el método de la observación.

Según el investigador, los oftalmólogos miden la agudeza visual y miran el cristalino en la lámpara de hendidura y diagnostican según el aspecto a ojo de la lente, lo que entraña cierta subjetividad: «La luz que importa en la catarata es la que va hacia el ojo, la que entra en la retina, porque es la que tiene efecto en la visión; pero cuando el médico la observa con el método tradicional, en realidad ve la luz que se refleja hacia fuera. Y esto técnicamente es muy importante porque a veces la lente vista desde fuera puede parecer normal aunque esté muy cataratosa para la luz que va hacia dentro».

Artal cree que es esto lo que ocurre cuando los pacientes insisten en las consultas de oftalmologí­a en que ven mal a pesar del diagnóstico de buena agudeza visual.

Esta investigación ya se considera cerrada por el quipo del LOUM, volcado ahora en el estudio de calidad de la lágrima, que tiene implicaciones en la patologí­a del ojo seco. La ventaja principal de utilizar el OQAS, aparato que se ha desmantelado para introducir una nueva aplicación, es que la lágrima puede cualificarse sin tocar el ojo, frente al sistema convencional que consiste en introducir un papelito secante.

También en este caso se utilizará la difusión de la luz y se harán fórmulas matemáticas para establecer los distintos grados de daño en la lágrima: «Las personas con ojo seco a los pocos segundos de no parpadear ven borroso. Podremos probar la eficacia de varios tratamientos a partir de las medidas ópticas que obtengamos, y se podrá hacer sin métodos invasivos».

Los autores medirán cuántos segundos tarda la lágrima en emborronarse tras la ausencia de parpadeo, lo que puede ser un indicador en la enfermedad del ojo seco, de complicado diagnóstico. También se integrarán pacientes del Hospital Virgen de la Arrixaca, de Murcia.

FUENTE: Diario Médico

Deja un comentario