
Esther Román Cantón 24/07/2008
En verano hay que proteger los ojos con gafas de sol y ponerse gafas en las piscinas; no hay que abusar de las lentillas ni de colirios y ante cualquier traumatismo o signos de infección hay que visitar al oftalmólogo.
Aunque el sistema ocular se ha dotado de eficaces medios defensivos a lo largo de la evolución (como las cejas, las pestañas, los párpados y las lágrimas, entre otros) hay que contribuir a su cuidado de manera activa, especialmente en una época del año en que las agresiones a los ojos se multiplican.
La sal del agua del mar puede producir irritación en los ojos, aunque es mucho más frecuente que ésta se produzca por el agua de las piscinas. «Esto se debe a los sistemas de depuración y limpieza del agua que están basados fundamentalmente en el cloro y que pueden producir conjuntivitis irritativas. Hay que tener mucho cuidado en el control de los niveles de cloro y de Ph, ya que los excesos pueden ser irritativos y los defectos, facilitar la proliferación de gérmenes, lo que produciría una conjuntivitis bacteriana», ha explicado Alfredo García Layana, oftalmólogo de la Clínica Universitaria de Navarra.
La utilización de gafas protectoras de venta en tiendas de deportes siempre es un buen consejo. Además, «se pueden personalizar las gafas de piscina con la graduación óptica». Si a pesar de todas las precauciones se produce algún tipo de irritación, se debe saber que «los únicos colirios que se pueden utilizar de manera segura son las lágrimas artificiales sin conservantes, que lubricarán los ojos y ejercerán un refrescante efecto de lavado».
Los usuarios de lentes de contacto deben tener especial cuidado en verano, evitando bañarse con ellas, «sobre todo en zonas de aguas estancadas como pozos de ríos, donde pueden producirse infecciones por amebas de difícil diagnóstico y tratamiento».
En estas fechas hay que ser cuidadosos con las lentillas, siendo peligroso dejarlas expuestas en los botes de conservación o dejar los líquidos de mantenimiento al sol durante largos periodos de tiempo. Por supuesto, «también hay que evitar el abuso del número de horas de deporte de las lentillas por la posibilidad de producirse erosiones en la córnea que obligarían a interrumpir su utilización durante unos días».
Por su parte, las personas operadas de cirugía refractiva pueden bañarse con normalidad en el mar o piscinas una vez transcurrido un tiempo prudencial desde la intervención. Para ello deben consultar con el oftalmólogo que les operó a fin de conocer el estado de su proceso.
Los radicales libres que genera la luz solar en la retina han sido relacionados a largo plazo con alteraciones graves de la retina, como la degeneración macular asociada a la edad, o con la aparición de cataratas. Por eso, según Layana, «es un buen momento para disfrutar de la dieta mediterránea que en verano nos proporciona fruta y verdura ricas en vitaminas y minerales con poderosos efectos antioxidantes».
Pero tampoco hay que pasar por alto la protección con unas buenas gafas de sol homologadas, evitando las de plástico, y comprobar que tengan un nivel de filtración de los rayos ultravioletas del 99-100 por cien.
Hay que desechar la idea de que las gafas de sol son sólo para los adultos y hay que tener cuidado con el modelo seleccionado, la homologación y el filtro protector contra los rayos ultravioleta elegido para los más pequeños de la casa. Además, se debe proteger a los niños con sombreros o gorras provistas de una amplia visera y tener un especial cuidado con la higiene de los ojos, sobre todo en el caso de los bebés.
En verano, la humedad ambiental en algunas zonas disminuye. Además, el calor hace que la película lagrimal se evapore más rápidamente. Si a eso se une el empleo del aire acondicionado y el uso prolongado del ordenador, es fácil que se produzcan síntomas de ojo seco. El paciente nota picor, enrojecimiento y en ocasiones lagrimeo reflejo.
En estos casos, el tratamiento se basa en colirios de lágrimas artificiales sin conservantes. Otro tratamiento más eficaz, pero no siempre posible, es irse de vacaciones a un lugar de mayor humedad.
Algo que a veces no se relaciona con la vista son los traumatismos graves en los ojos que pueden producir las pelotas de tenis, pala, golf o los cohetes de las fiestas. La prudencia y el uso de unas gafas protectoras pueden mitigar en ocasiones los devastadores efectos de estas lesiones. Pero si llegan a producirse, «no intente abrir los párpados del lesionado si éste hace fuerza por mantenerlos cerrados, ni instile colirios. Tan solo proteja los ojos con una gasa sin hacer presión y acuda al oftalmólogo». Los únicos colirios que se pueden utilizar de manera segura son las lágrimas artificiales sin conservantes, que lavan y lubrican los ojos de forma refrescante.
Un color para cada situación
Lentes VERDES:
Permiten una percepción de los colores con muy pocas alteraciones. Reducen la luz visible sin interferir con la claridad de visión. Especiales para deportes náuticos e hipermetropía.
Lentes MARRONES:
Para filtrar las radiaciones azules. Aumentan el contraste y la profundidad de campo. Ideales para los deportes al aire libre, ya que producen un efecto relajante. Indicadas en caso de miopía.
Lentes AMARILLAS:
Mejoran el contraste en días nubosos, brumosos y con niebla. No son recomendables para conducir en días soleados ya que pueden provocar errores en la percepción de las luces rojas y verdes de los semáforos.
Lentes GRISES:
Permiten su uso continuado en el tiempo, ya que transmiten uniformemente la luz a través del espectro y respetan mejor los colores naturales. Es un color recomendado para conducir.
Lentes NARANJAS:
No son aptas para uso solar. Aumentan el contraste más aún que el color amarillo y son más adecuadas para situaciones en que el cielo está encapotado. Idóneas para la conducción nocturna o con niebla, ya que aumentan los niveles de contraste.
que gafas de sol me recomiendan para miopia de 1,5 astigmatismo y degeneracion macular atte