La mutación en la proteí­na TDRD7 explica el desarrollo de cataratas y de glaucoma

Una proteí­na que forma los gránulos de ARN -moléculas clave para el funcionamiento del ARN mensajero (ARNm)- podrí­a explicar la aparición de las cataratas. Así­ lo demuestra un estudio coordinado por Simon W. M. John, del Instituto Médico Howard Hughes y el Laboratorio Jackson, en Bar Harbor (Maine), y por Richard L. Maas, de la División Genética en el Hospital Brigham and Women y de la Universidad de Harvard, ambos en Boston. El trabajo se publica hoy en Science.

Estas investigaciones sugieren que los gránulos de ARN tienen un papel importante en el desarrollo de los ojos, al controlar el ARNm una vez que se transcriben desde los genes pero antes de trasladarse a las proteí­nas. Se demuestra, también por primera vez, una conexión entre estos gránulos de ARN y el glaucoma.

Al estudiar una cepa de ratón que desarrolla tanto cataratas como glaucoma, los cientí­ficos identificaron un gen que no funcionaba bien (Tdrd7) y que fallaba a la hora de construir una proteí­na esencial, lo que interrumpí­a el desarrollo de las lentes oculares de los ratones. Los animales que carecí­an de la proteí­na sufrí­an una presión intraocular elevada y daño en el nervio óptico -marcas identificativas del glaucoma-, además de cataratas.

Por otro lado, los investigadores hallaron una disfunción similar en un estudio genético de pacientes con cataratas pediátricas.

Ambos hallazgos combinados dieron como resultado la identificacion de que la proteí­na que faltaba tanto en ratones como en niños pertenecí­a a la familia de los gránulos de ARN. La mutación de TDRD7 afectaba pues a la regulación del ARNm y estaba implicada en la aparición de las cataratas. Además, tras la extracción de éstas, los pacientes desarrollaban glaucoma.

En esencia, la deficiencia de la proteí­na TDRD7 reduce el número de gránulos que se producen en las células de las lentes oculares como respuesta al estrés oxidativo. Ese tipo especí­fico de gránulos de ARN cumple una función importante protegiendo a las células de las condiciones de estrés oxidativo, que ya se ha asociado en trabajos anteriores a la aparición del glaucoma. Los ratones y pacientes estudiados carecí­an de la protección adecuada en las estructuras de drenaje del humor acuoso.

Las mutaciones en TDRD7 parecen tener un efecto paradójico en los niños, pues primero causan las cataratas y una vez extraí­das éstas, elevan el estrés oxidativo en los tejidos de drenaje, lo que dificulta la formación de gránulos que puedan responder a dicho estrés.

El trabajo constituye un buen ejemplo de investigación traslacional, en la que básica y clí­nica se complementan, como destaca Melinda K. Duncan, de la Universidad de Delaware (Newark), en un editorial que comenta este trabajo también en Science.

Ojos defectuosos

De arriba abajo, la lente de embriones murinos de doce dí­as teñida muestra las células que expresan TDRD7 (amarillo); el ojo de ratón de tres meses sin Tdrd7 revela ya las primeras lesiones oculares, y una preparación histológica de esa misma lente murina.

FUENTE: Diario Médico

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