De nada sirve las buenas palabras y las palmaditas en la espalda.
Las administraciones públicas y empresas tienen que financiar la labor altruista que realizamos cada día las Asociaciones Sin Ánimo de Lucro.
Los impuestos y los beneficios deben revertirse a los ciudadanos.
Las Asociaciones estamos al pie del cañón cada día del año y muchas veces sin horarios ni descansos atendiendo necesidades que ni las administraciones ni las empresas cubren y lo hacemos de una manera desinteresada ayudando a las familias y las personas afectadas por patologías graves como son las afecciones visuales en nuestro caso, a seguir adelante en la vida.
Que las asociaciones dispongamos de fuentes de financiación estables y duraderas en el tiempo no es cuestión de una perreta o la búsqueda de privilegios para unos pocos sino de avanzar en la mejora de la sociedad y de que los derechos que establecen nuestras leyes se cumplan.
Sin embargo las administraciones dejan de convocar ayudas que eran vitales para disponer de personal contratado o programas de eliminación de barreras arquitectónicas, del transporte o la comunicación.
Y ¿qué decir de las obras sociales de nuestras Cajas?
El mismo día que presentan sus beneficios del primer semestre del año recibimos la carta denegando ayudas por falta de recursos. Luego se quejan de la desafección de los ciudadanos con la clase política y con el devenir de nuestro país.
Las Asociaciones somos parte fundamental de la vertebración de nuestra sociedad y hemos de propiciar que dispongan de recursos y medios estables para cumplir su función.
Mientras tanto seguimos caminando al borde del precipicio.
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